Killay, “hierro” en Quechua, es una lámpara de geometrías simples que aloja magia en su interior.
Un pequeño prisma de acero de 11 caras y 3kg de peso sostiene el brazo de roble con un voladizo de casi medio metro.
La lámpara tiene una característica única, carece de botón. En su interior posee un microprocesador que controla la potencia en función del ángulo de la cara en la que apoya. En horizontal está apagada y despierta al girar sobre su eje. La potencia aumenta gradualmente con la rotación hasta llegar a la vertical y disminuye gradualmente hasta completar un giro de 180°.
Killay pertenece a “Kinetic”, la primera colección de Singular Lighting que redefine la forma en la que los usuarios interactúan con los objetos luminosos.